Tras varios años de esterilidad creativa, el pintor Ismael G. es invitado a impartir una asignatura de Historia del Arte en la misma universidad donde, hace 23 años, estudió la carrera de Bellas Artes. Inseguro y lleno de dudas, acabado como pintor, decide repetir, palabra por palabra, el curso que él mismo recibió en el pasado del que fuera su antiguo profesor, hoy desaparecido en extrañas circunstancias. Durante esa clase, habla con sus estudiantes de que ninguna obra de arte puede existir de modo aislado, sino que todas, de un modo u otro, están entrelazadas y forman parte de un mismo tejido referencial. Y mientras lo hace, Ismael cree reconocer, entre los estudiantes de las primeras filas, a un muchacho idéntico a sí mismo, como si, al igual que ocurre en el arte, también la vida se repitiera buscando los mismos paralelismos y patrones.