Ian McEwan es considerado por buena parte de la crítica especializada como uno de los más brillantes escritores del panorama narrativo contemporáneo.
Su nombre siempre suena, y suele estar en las quinielas de la mayoría de los premios literarios.
Con "Operación Dulce", son ya tres las novelas que he leído de este prolífico autor, y todas me han dejado la misma aletargante y tediosa sensación.
No se, quizá todo se deba a la influyente marea mediterránea que nos baña, y que nos aleja bastante de la peculiar -y para mí insulsa- flema británica.
"Operación Dulce" es una tonta historia de espías, deslealtades, desamores y desengaños.
Una bobería de casi 400 páginas que no nos conduce a ningún lado.
Por momentos, me dio la impresión de que ni el propio McEwan sabía como acabarla.
El recurso que utiliza se me antojó muy parecido al ya expuesto en una de sus anteriores obras; "Expiación"; en el que uno de los personajes parece ser el verdadero escritor de la novela.
En fin, flojita y sosa. Tirando a regular.
Como diría un afamado chef que va por la tele con túnicas extravagantes: "Le falta potencia, sabor, y mucho más rock and roll".
hace 8 años
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