No soy yo da voz a esas mujeres de cierta edad que hacen un alto en el camino y no se reconocen ante el espejo. Tienen entre 40 y 50 años, sus trayectorias vitales son distintas, cada una se enfrenta al paso del tiempo a su manera, pero comparten más elementos en común de los que podría parecer.
Inevitablemente, en algún momento de su vida toda mujer es consciente de que la juventud quedó atrás y que muchas cosas cambiaron durante el viaje. Las protagonistas de estas páginas reflexionan y plasman sus experiencias. Las hay cuyo deseo sexual se evaporó entre la maternidad y la madurez, las que buscan cómo ocupar el tiempo que dejaron de reclamarles sus hijos al crecer, la que aún está buscando al hombre que no le parezca un niño, las que cayeron en la rutina conyugal e intentan reactivar la pasión perdida, la que siempre soñó con ser madre…, incluso una historia de amistad y liberación durante el confinamiento de la reciente pandemia. Y no puedo dejar de mencionar el sorprendente primer cuento, “El grito”, en el que una escritora se pregunta si se puede trasladar la pasión del fútbol a la literatura.
Podrían ser historias tristes, pero no lo son, son realistas, íntimas y sinceras, que nos hablan de una conciencia colectiva y que transmiten la urgencia de aprovechar la vida y no dejarla escapar.
Catorce relatos magníficos, con una prosa sencilla y mucha intuición y sensibilidad, que hacen de su lectura una delicia; y aunque se sumerjan en el mundo femenino, no es imprescindible ser mujer para leerlos, porque, en el fondo, no dejan de hablarnos de la naturaleza humana. Un libro sobre las relaciones humanas visto a través de los ojos de las mujeres. Muy recomendable. (Esther Rodríguez, 17 de mayo de 2022)