Yo dormía a la intemperie, en un banco de la plaza, cuando me despertó el roce de unos labios. "¿Necesitas un sitio para quedarte?" Laura me condujo hasta el portal. El edificio era uno de esos mausoleos verticales que embrujan la ciudad vieja, un laberinto de gárgolas y remiendos sobre cuyo atrio se leía 1866.Amigo Lector: Dicen que a la tercera va la vencida, pero yo siempre he creído que la segunda es la buena de verdad. Estos tres relatos vieron la luz en las páginas de diarios y revistas, pero es más que posible que no tuviesen la suerte de encontrarse con ese lector ideal con que toda historia sueña. Ahora vuelven a casa por Navidad para intentar brindarte algunos minutos de lectura placentera portátil allí adonde decidas llevarlos. Espero que lo consigan.Saludos y buenos libros.