¿Qué tiene el género thriller para que sea tan adictivo? ¿Sus personajes? ¿La ambientación? ¿La trama en sí? Sea cual sea la respuesta, Sophie Hannah parece conocerlas todas y elaborar en conciencia auténticas historias que provocan al lector la necesidad apremiante de devorar cada página a una velocidad vertiginosa, con los consiguientes efectos secundarios: taquicardia, evasión de la realidad, trasnochamiento y, por supuesto, la satisfacción de haber descubierto a una autora excelente. Esta escritora inglesa, responsable de Un juego para toda la familia y >Confesión de un asesino, algo bueno estará haciendo cuando ha sido elegida como la sustituta de Agatha Christie, con la encomiable misión de continuar las aventuras del detective Hércules Poirot, las cuales vieron la luz en el libro /i>Los crímenes del monograma. Y es que solo hace falta coger un libro de esta autora y sumergirse en sus páginas para entender todo el éxito que ha cosechado. Sus obras son un regalo para los ojos y un reto para la mente. Sinceramente, Agatha Christie estaría convencida de que su personaje ha caído en las mejores manos posibles. Mentiras que matan se abre de la mejor forma posible: con un enigma a todas luces irresoluble. Una simple habitación hace de escenario para lo que será un rompecabezas que llevará por el camino de la amargura a la policía inglesa. Un cuerpo asesinado, un mensaje en la pared, objetos colocados de forma, aparentemente, incoherente, una lista de sospechosos bastante amplia... todo estos elementos conjugan la extensa telaraña que atrapará de una forma u otra a los personajes del libro, quienes, como planetas en sí, giran en torno a Damon Blundy, el cínico y agresivo columnista asesinado, ya que todo ellos tenían motivos de sobra para haber acabado con él. La narración está pensada para que cada frase, palabra y letra sea consumida con avidez, fruto ello de la escritura fluida de la autora quien, sin lugar a dudas, sabe cómo alternar los momentos de tensión con los de distensión, sin que estos últimos rocen apenas el tedio por la lectura. A medida que avanza la trama, nuestra mente lucha por descubrir esas pistas enterradas entre líneas, sincronizando nuestro tiempo con el de los protagonistas para resolver el enigma, el cual está férreamente construido para que sospeches de todos y de nadie a su vez. Los diálogos que conforman los interrogatorios policiales son el máximo exponente del juego del gato y el ratón, ejemplo de ello el sobresaliente tira y afloja entre la parlamentaria Paula Riddiough y el agente Simon Waterhouse. En resumen, un thriller imprescindible para tu colección particular si te apasiona este género. En cambio, si no sientes predilección por estas historias, dale una oportunidad a Mentiras que matan. Al finalizar la lectura, lo más seguro que puede pasar es que te posiciones como nuevo seguidor de este género y, más concretamente, de Sophie Hannah. (David Carrasco, 12 de junio de 2017)
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