Es solo mi impresión expuesta con todas las precauciones: tras haber leído esta novela, pienso que el Nobel de 1991 cayó más por razones políticas (fin del apartheid) que literarias. "Mejor hoy que mañana" me ha parecido el ejemplo de novela sin alma, cuando los personajes no terminan de adquirir vida, donde los tiempos, a pesar de su interés histórico, se presentan como espacios de asepsia informativa. De hecho, la redacción se asimila más a la crónica que a narrativa, crónica además deslavazada, fría y hasta por momentos farragosa. Llegué a pensar en una mala traducción. En fin, que más que leerla, me arrastré por ella como pude...
hace 4 años