La figura de William Shakespeare sigue suponiendo un auténtico quebradero de cabeza para exégetas y expertos: ¿Cómo es posible que, un oscuro personaje nacido en un medio rural, con una anodina vida como campesino y terrateniente, y carente de anécdotas reseñables en lo personal, termine formando parte de la bohemia londinense, propulsado por su impenitente amor al mundo de los escenarios? Comenzando humildemente como cuidador de las monturas de los espectadores que puntualmente acudían a estas representaciones, poco a poco, fue escalando posiciones y ganando renombre, para terminar siendo uno de los mayores ,si no el mayor, autor y literato de la Historia de la Humanidad.
Este oscurantismo, esta nebulosa biografía, ha dado pie a múltiples teorías cuasi conspiratorias, sobre el origen de su obra o incluso, sobre su propia existencia real como personaje histórico, atribuyendo su opus, a otros dramaturgos como el malogrado Christopher Marlow o filósofos como el gran Francis Bacon; e incluso, se ha teorizado sobre la posibilidad, de que, como en el caso de Homero, gran parte de su producción no sea más que trabajo comunado entre varias inteligencias, encargadas de aportar y desarrollar textos dramáticos preexistentes, pero, ¿cómo un planteamiento tan peregrino, podría refutar la capacidad como genio creador de una personalidad con entidad histórica real, y que incluso en propia vida, llegó a contar con un biógrafo particular como fue su gran amigo y valedor Ben Johnson?
Ignacio García Noriega nos invita en este volumen a indagar en profundidad en la vida y obra del Cisne de Stratford-upon-Avon, estableciendo puentes y corrientes de relación e influencia sobre la dramaturgia y la literatura universal a la que como un terremoto, removió y modificó la orografía del paisaje teatral para siempre, estableciendo nuevas formas de expresión y narrativa, que se mantienen vigentes hasta la actualidad.
Shakespeare no es un literato más, es un demiurgo generador de un universo propio, complejo y absoluto, con una capacidad de aglutinar toda el bagaje cultural y filosófico de su época, como también hicieron Dante y el antes citado Homero, creando no ya personajes, sino arquetipos, que permanecen impertérritos al paso del tiempo, con una capacidad sorprendente de adaptación y metamorfosis, manteniendo su vigencia en cualquier contexto, idioma o enfoque.
Ensayo a ensayo, García Noriega nos muestra como la voz del nuestro Bardo universal, ha resonado en ámbitos tales como el cine, la música e incluso la concepción del sentido moral y ético de generaciones de autores posteriores.
Sus tragedias, comedias, dramas históricos y poesías representan un océano infinito, un fluido cambiante, una superficie espejada en la que la humanidad observa su propia imagen con todos sus matices: desde la abyección más depravada hasta la sublimación casi celestial del amor incondicional…todo está en Shakespeare…Todos en gran parte, somos sus personajes, porque todas nuestras pasiones están expuestas en su cosmogónica visión. (José María Durán, 21 de febrero de 2024)
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