En un paisaje reconocible desolado por los horrores de la guerra, unos personajes que parecen sombras se mueven como azotados por un destino a la vez incierto y trágico: un desalentado pelotón de soldados camina sin descanso hacia el Sur, con una misión secreta que, poco a poco, se irá desvelando. Uno de ellos cuya voz vertebra todo el relato deberá enfrentarse con una maldición que es, a su vez, una cruel parábola de la Guerra Civil española. Mientras tanto y en el mismo espacio, unos niños inocentes juegan con la muerte y un viejo campesino resiste un interminable interrogatorio. Cuando La sangre y el eco apareció publicada por primera vez en 1979, la crítica destacó, junto a su elaborada calidad de estilo, su condición de «sombrío alegato, metáfora cruel muy bien resuelta con una escritura barroca deudora de Faulkner»