El más flojo de la serie. Creo que Markaris ya se repite demasiado en sus crímenes, siempre hay alguien lanzando un panfleto o manifiesto, parece que en Grecia todos delinquen de cara al público. Luego tenemos al grupo de Cariátides que dan título al libro, que parece una parodia mordaz de esos grupos feministas que mezclan churras con velocidad, merinas y tocino, todo en el mismo potaje pero en realidad se las toma en serio. El trasfondo de la novela, que es la comercialización del patrimonio y la cultura, podría, debería, haberse desarrollado más. La nueva jefa de homicidios que parece perfecta para el puesto, de repente le dan prontos de loca del coño por causas no demasiado creíbles. Por si fuera poco con Jaritos ascendiendo en el escalafón, al lector le pilla la investigación más de lejos, aunque contradictoriamente Jaritos acabe haciendo algo de trabajo de campo.
Uno de los grandes atractivos de la serie es la vida personal de Jaritos, un estilo meridional con el que te puedes identificar, muy alejado de las tipologías de las novelas policiacas anglosajonas. En los primeros números de la serie, las escenas caseras servían de complemento y/o contrapunto a la investigación, pero cada vez más parecen que van en paralelo. Aunque sigue siendo entrañable en este volumen hay demasiadas cenas, demasiada charla banal, demasiados tomates rellenos y queso feta. Lo mismo podemos decir de Lambrós y su refugio para sin techo, ocupa páginas y páginas de un libro que no es precisamene grueso, sin tener nada que ver con lo que es, o debería ser, la trama principal. Parece que los tomates no es lo único que está relleno...
En definitiva es una serie que está en decadencia, falta de ideas, que ha perdido el mordiente de los primeros volúmenes y que le falta un pelo para empezar a dejar de poder apellidarse como policiaca.