La dádiva es una de las más ambiciosas y complejas novelas de Nabokov —«la mejor de mis novelas rusas», en palabras del propio autor—, así como la más deliberadamente «literaria». Es la conexión imprescindible entre sus novelas rusas e inglesas; en ella aparecen las preocupaciones mayores del autor, así como temas y personajes que desarrollará en obras posteriores, y en uno u otro sentido anticipa todas sus novelas siguientes. En este fascinante estudio sobre la formación de un joven escritor —en el milieu de los emigrados rusos en el Berlín de entreguerras—, el tema central es que la única inmortalidad reside en el arte creativo, en este don que el protagonista ha recibido, que «siente como una carga» mientras descubre las conexiones entre este talento y la literatura rusa, una doble «dádiva». Una novela plagada de alusiones literarias, así como conversaciones acerca de la naturaleza de la literatura y sobre escritores concretos, hasta el punto de que, en plabaras de Nabokov, la auténtia heroína no es la joven Zina, de quien el protagonista está enamorado, sino «la literatura rusa». La novela está también empapada por el sentimiento de la soledad del exilio y la fatalidad del msimo. Parece claro que en la época en que Nabokov escribió esta novela se había visto obligado a afrontar la imposibilidad de volver a Rusia, después de veinte años de residencia en Berlín.