Pero… ¿qué es o quién es Ubik? La pregunta arranca incluso antes de empezar a leer la novela. Una especie de aerosol o colonia decora la portada. Tiene color verde. ¿Y esto es una obra de ciencia ficción? Pasan unas cuantas páginas y nos encontramos con palabras de la jerga típica de este tipo de narraciones fantásticas. Cuesta algo hacerse a ellas, pero, casi mágicamente, en un momento inesperado, un elixir magnético empieza a desprenderse del texto y te atrapa inevitablemente, hasta el punto de que es imposible despegarse del libro, porque esta extraña historia, mezcla de submundos y muertes inexistentes, te persigue allá donde vayas: al trabajo, a la cocina, a vigilar a los niños… Siempre aparece entonces el hipnotizante hechizo de este acordeón de historia, que viene y va por un argumento inexplicable, por ríos de imaginación y giros inesperados que te pegan las manos a las tapas, quizá embadurnadas del producto milagro Ubik.
Un portento. Un derroche de ingenio de este gran escritor que dicen sucumbió a su talento desbordante, sumido en la experimentación de las drogas y el “más allá” de sus historias ajenas al mundo terrestre. Tal vez a un mundo que sólo él llegó a conocer.
Yo he leído Ubik. Y lo necesitaré para seguir existiendo…
hace 14 años
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