Hablar de Rayuela es hablar de uno de los tres pilares básicos, junto con Nietzsche y Saramago, de mi formación literaria autodidacta. Una novela, una “contranovela”, mejor dicho, pues esta fue la nomenclatura que el propio Cortázar le dio, que rompió todos los esquemas de la narrativa de la época. La historia parte de la introspección de Horacio Oliveira, en su vida de falso estudiante argentino en París (Del lado de allá), si bien lo primero que escribió el autor fue el mítico capítulo del tablón, que haría el número 41 en la novela (Del lado de acá), después de la vuelta de Horacio a Argentina. Todo lo demás surge a partir de aquí, una historia que trata magistralmente los grandes temas, el amor (el personaje de Luppi en Lugares comunes la cataloga como la historia de amor más desgarradora que conoce), los celos, la muerte, pero envuelto en un, a priori pretencioso, maremágnum cultural, del que se acaba disfrutando como un niño con juguete nuevo y que abarca desde la literatura, la pintura a la siempre presente música de jazz, con Jelly Roll Morton o Louis Armstrong, entre otros. Al respecto diré que es una auténtica gozada disfrutar de las discadas y sentirse uno más del Club de la Serpiente, escuchando lo que ellos escuchan, transportado a la buhardilla de Oliveira y la Maga, mientras se leen aquellos pasajes. Existe un disco que engloba todos los temas a los que se hace mención en la novela: Jazzuela (playlist disponible en mi Grooveshark). También disponible en Spotify (Jazzuela)
Volviendo al argumento, cabe mencionar la tercera parte de la novela, De otros lados, en el que aparece el personaje del escritor Morelli, alter ego de Cortázar con el que complementa todo lo que no hay de él en Oliveira, recurriendo a contenidos metaliterarios en los que expone su visión de la narrativa, amén de pasajes de bellísima prosa literaria y del más sugerente surrealismo. Imprescindible. La bohemia del París de mediados del siglo XX en todo su esplendor.
hace 9 años
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