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MEMORIAS DE UN ESTETA ACTON, HAROLD

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Resumen

En esta notable obra, publicada originalmente en 1948, Harold Acton ofrece una aguda y vívida crónica de sus primeros treinta y cinco años de vida, de 1904 a 1939, desde su infancia como miembro de la colonia internacional de diletantes de la Florencia anterior a la primera guerra mundial, hasta su etapa de madurez en la que descubre su hogar espiritual en un Pekín en el que la antigua cultura china no se ha visto aún zarandeada por los vientos de la revolución maoísta. Entre una y otra época le vemos crecer hasta convertirse en un brillante miembro de la generación educada en Oxford inmediatamente después de la guerra (Evelyn Waugh, Robert Byron, Cyril Connolly, ...), tras lo cual se trasladará a París, donde conocerá a muchas de las figuras literarias y artísticas de la época. Éste es un excepcional libro de memorias, merecidamente considerado un clásico. A sir Harold Acton se le adjudicó el epíteto de «esteta» nada más abandonar el colegio. Pese a tener clara conciencia de las connotaciones que podían haber dado un sesgo caricaturesco al significado del término, nunca se arrepintió de habérselo aplicado él mismo, dado que lo fue en el más propio de los sentidos. Su obra es un ingenioso y vivaz relato de una época en que el «esteta» aún mantenía el pie firme ante el especialista y el político, y en la que todavía existía la posibilidad de ser un auténtico ciudadano del mundo.

1 críticas de los lectores

El mundo de los expatriados ingleses en Italia desde la época del "Grand Tour" en el siglo XVIII se traduce en términos literarios en un género en sí mismo que enlaza sin duda con las memorias mitad italianas, mitad chinas de Sir Harold Acton. Escritas hacia la mitad de su vida, podrían definirse como una ventana abierta a otro tiempo y a otro mundo. Escritor y experto en arte oriental, Acton siempre tuvo la certeza de haber nacido dotado de una sensibilidad extraordinaria para lo bello, pues fue considerado un "esteta" ya desde sus tiempos universitarios. Aunque el término está a día de hoy en completo desuso, en el periodo anterior a la primera guerra mundial un esteta sería una persona que considera el arte como una valor esencial, que valora lo físico más allá de la perfección, y lo aplica tanto a un objeto como a un paisaje o persona distinta y distinguida. Con tan fino olfato, Acton deja constancia en sus memorias de su devenir en las primeras décadas del siglo XX por su Florencia natal, por la poco apreciada, por antiestética, Inglaterra, y posteriormente por China, en donde se convertiría en un reconocido experto en cultura antigua. Lástima que el autor pusiera fin a la narración de su recorrido vital en 1948, pues estas memorias se leen con deleite, a medio camino entre la crónica social y el análisis social y artístico. (Gloria Magro)

hace 13 años