Dice Andrés Trapiello que le molesta que intenten reescribir la historia hacia un lado o hacia el otro. “La historia solo se investiga y se hace”. Por ello, su última novela, Me piden que regrese, está pensada para que la puedan leer todo tipo de lectores. Todos, los de un lado y los de otro. La literatura, opina, es terreno de encuentro y de reconciliación, y eso es lo que ha pretendido –nos atrevemos a decir que lo ha conseguido– con este nuevo libro que nos mueve por la ciudad de Madrid en 1945. En plena posguerra y con la segunda guerra mundial ya coleando, Benjamin Smith vuelve a España en febrero de ese mismo año bajo el auspicio de Estados Unidos para llevar a cabo una peligrosa misión.
El escritor leonés regresa al gran escenario literario que es Madrid. La ciudad es un personaje más en este relato de espionaje, aventuras y amor. Narrado en tercera persona, el libro conquista en la parte que concierne a la descripción de la vida y costumbres de la época. De prosa sagaz y ágil, Me piden que regrese contiene el que fue un periodo muy interesante en la España dividida tras la guerra civil. Es enteramente una novela de ficción, donde si bien es cierto que trasciende la ideología de los personajes, no se atisban intereses dudosos en la pluma del autor.
El libro es un imán donde la intriga que rodea a la falsificación de las Capitulaciones de Santa Fe firmadas por los Reyes Católicos y por Colón y una narrativa colmada de expresiones y palabras de la época se atraen hasta el punto de lograr un ambicioso proyecto. Y luego está el decorado tan bien conocido y trabajado por Trapiello en sus anteriores títulos. Por él transitan Benjamin Smith y Sol Neville, que se erigen no solo en los protagonistas sino que también son los personajes mejor trazados. Y no es esta una afirmación baladí porque no sería la primera vez ni la última en que los protagónicos no consiguen salir de lugares comunes. Entre un ambiente de fiestas en salones palaciegos que contrastaba con los presos en la Puerta del Sol, el contrabando, la miseria y el miedo, en la vida de Smith irrumpe esta joven de familia adinerada, atractiva e independiente que cambia su destino si es que este no estaba ya escrito de antemano.
El poder de su romance nos remolca hasta las últimas páginas después de unas cuantas vicisitudes que encasillan a la novela más en el terreno de la aventura y del amor que en política o de tesis. Smith llega a España con el encargo de actuar contra un jerarca del régimen. Le seguirán comisarios, inspectores y otros cargos empeñados en que es el líder del Partido Comunista y que está detrás del asalto al cuartel de la Falange de Cuatro Caminos. Nada más llegar a Madrid, contratará de ayudante a Chito, un niño de 13 años y de clase humilde, para el que Trapiello ha hecho un buen acopio de vigor literario en su creación. Por el contrario, entre otros secundarios que no dejan de ser estereotipos están policías y embajadores, que pasean por los emblemáticos Embassy, Palace y Pasapoga. Y es que entre sus paredes se movía la floración de títulos nobiliarios, el espionaje y los chivatazos más que dentro de las embajadas y los cuarteles.
Me piden que regrese es una novela con brío, donde no todo el mundo es quien dice ser. Y ese es su atractivo, que Trapiello raciona la información de manera excelente para sorprender al lector cuando más relajado está. (Esther Martín, 4 de diciembre de 2024)
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