La ecuación de la vida es una muy interesante novela que trata no sólo sobre la actualidad de África, el continente más desfavorecido del mundo, sino sobre el contraste que este ofrece ante el mundo occidental. El protagonista, un médico alemán, acepta la invitación de un amigo suyo dedicado a la ayuda humanitaria para acompañarle a África en su barco, en un intento de superar su depresión. Sin embargo, son secuestrados cerca de la costa de Somalia y llevados al interior del continente, de un campamento a otro, lo que les hará experimentar el sufrimiento, el miedo y la incertidumbre que conlleva su desesperada situación. La historia está contada desde el punto de vista de Kurt, el médico alemán, pero está alejada de una visión condescendiente o simplista de los problemas africanos, pues a lo largo de la novela se nos muestran las emociones contradictorias y complejas que experimenta, matizadas además por la presencia de otros personajes, africanos y europeos, que aportan también diferentes actitudes y reflexiones sobre el continente y, sobre todo, las personas que lo habitan.
Khadra combina con mucho acierto el suspense, la emoción e incluso la introspección, con un estilo que, sin abandonar la acción, es más bien reflexivo, pausado y en algunos pasajes, poético. No da respuestas sencillas (ya que no las hay) y huye del maniqueísmo, una tentación que habitualmente planea sobre las historias de estas características. A pesar de que aborda temas que forman parte de la actualidad de África, como el hambre, la enfermedad, los soldados, el saqueo, la piratería..., hay también una inquebrantable fe en los africanos, en su capacidad para aferrarse a la vida y mantener la esperanza de un futuro mejor. Optimista en las peores circunstancias, deja en el aire la responsabilidad del mundo occidental hacia un continente explotado y postergado.
Quizás la parte más floja corresponda a la relacionada con la doctora Elena, ya que en ocasiones está algo forzada y presenta algunos altibajos; así como el deseo de saber algo más sobre los personajes africanos, aunque posiblemente sea algo buscado por el autor, ya que la novela está dirigida a un público occidental, y en sus contradicciones consigue generar distintas emociones tanto en el protagonista como en los lectores, además de propiciar algunos giros inesperados. En ese sentido, el hecho de que se elija a un europeo como punto de vista también está más relacionado con un deseo de sensibilizar de forma directa sobre la realidad africana que con el habitual egocentrismo occidental, que aquí se pone en tela de juicio al faltarle elementales puntos de referencia.
En conjunto se trata de una novela que invita a acercarse a la realidad de África y a profundizar sobre sus problemas en primera persona, como le ocurre al protagonista, partiendo del hecho de que para el mundo occidental es un lugar desconocido y alejado de nuestras vidas y problemas, de forma que se intenta dar voz a los que no tienen ocasión de ser escuchados, más allá de las noticias de fondo que aparecen en el telediario.
Montse Yáñez (Quelibroleo)