Estamos ante un libro sencillo y muy fácil de leer, que narra una historia que resulta, sobre todo al final, conmovedora.
El mayor encanto del libro reside en la narración sobre la vida de la última familia imperial rusa, lo cual realiza de manera bastante amena, y ciñéndose muy bien a las personalidades de los integrantes de la familia Románov ; aunque a veces no pudo evitar molestarme leer pasajes en los cuales, si bien se retrataba a Nicolás II como el personaje afable y magnánimo que era, algunos de los diálogos están teñidos de una soberbia que él nunca ha tenido , pues siempre se ha caracterizado por su humildad. Aunque pensándolo creo que es comprensible también que el autor lo haya retratado con ese atisbo de prepotencia, pues sino seguramente la historia sería más aburrida si todo fuese perfecto y sencillo para el protagonista.
Por otro lado, la historia tiene diálogos demasiado pobres e insulsos, y por ello, en mi opinión quien quiera leer un libro realmente apasionado sobre la última familia Romanov debería leer “Nicolás y Alejandra: vida y muerte en la Rusia Imperial” (de Robert K. Massie), pues narra la misma historia de un modo mucho más fiable, pasional y atractivo.
Con todo, si bien el libro podría catalogarlo como bastante “light”, pues las vivencias narradas son muy triviales y los diálogos y personajes sin trasfondo ,esto no significa que el libro no haga disfrutar, por el contrario, se lee muy rápidamente. No sabría explicarlo pero hay una cierta magia que atrae de él, sobre todo el final conmovedor, por lo cual he de admitir que algo bueno ha de haber hecho el autor para causarme esa impresión. Por esto, aunque no lo considero un libro imprescindible, narra una historia bonita y dulce, que seguramente gustará a todos , por lo cual recomiendo su lectura, aunque sin esperar un futuro clásico de la literatura universal.
hace 12 años
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