La ciudad de la luz no es París, sino Málaga. En ella, en un hostal de nombre Parisién, crece Antonio. Su mundo lo pueblan dos familias tan distintas como fascinantes: los genoveses Fontana, abuelos paternos, y la extravagante línea materna, con una abuela a la que, de tanto en tanto, asaltan visiones y presentimientos. Beau Geste, Las cuatro plumas, el Pequeño manual del perfecto aventurero, la fábrica de aceites y jabones Minerva, el barrio del Perchel. Infancia, primeras lecturas (Julio Verne, Jack London, Bruno Traven), ritos de paso y el deseo latente: la iniciación a la vida. Inteligencia y emoción son los mimbres con los que Antonio Fontana levanta esta novela sobre la memoria. Tan hermosa como todo lo que está construido con la verdad.