Resumen

Esta historia arranca así: «Estoy en Europa pero yo no quería venir a Europa». Ibrahima Balde nació en Guinea, pero se vio forzado a abandonar su casa para ir a buscar a su hermano pequeño. No salió para perseguir un sueño. Abandonó su hogar para encontrar a la persona que más quería. Es imposible no llorar varias veces durante la lectura de este libro. Pero no solo por la crudeza de esta odisea a través de fronteras y desiertos y océanos. Sino también, y sobre todo, por cómo está contada: con una mirada ingenua, castigada, arrebatadoramente poética y, en definitiva, única. La de quien ha sufrido todo y, sin embargo, tiene el poder de convertirlo en algo útil. En algo bello. Solía sentarme junto a mi hermano y le hablaba, como ahora te hablo a ti. Le hablaba con la boca y con los ojos. Así las palabras no se caen.