María -con sesenta y pico de años, cuatro hijos y cinco nietos- relata una vida de estrecheces y oscuridad, sólo iluminada por la ternura y la belleza de su voz maternal que, entre la vigilia y el sueño, repasa los claroscuros, las heridas, los silencios, las pequeñas alegrías y los buenos momentos del viaje interior por sus recuerdos.