La primera entrega de las memorias del oscarizado director y guionista – y controvertido polemista– Oliver Stone, en cuya nómina de entrevistados figuran también personajes como Fidel Castro, Hugo Chávez o Vladimir Putin, fue trenzada en plena pandemia. Tras un largo trienio de espera tenemos, por fin, cumplida noticia de tan azarosas andanzas y, para mayor gloria, de su propio puño y letra. Antes de mudarse a Los Ángeles, y saborear las mieles del éxito internacional con Platoon en 1986, Oliver Stone, a fin de poner coto a sus turbulencias tardoadolescentes, trató de enderezar su vida alistándose en la infantería yanqui con la vana esperanza encontrarse a sí mismo en el infierno de Vietnam, siendo herido en diversas ocasiones –y condecorado por sus acciones–, y padeció los sinsabores de rigor que aguardan a todo ambicioso guionista que se precie coleccionando innumerables guiones que no llegaron a materializarse durante largos años de infausto recuerdo, mientras apenas le alcanzaba para consolarse con algún que otro intrascendente encargo en Nueva York.
Stone, que sobrepasó ya los setenta y cinco años, pasa revista a esos iniciáticos años de formación con el pormenorizado relato de no pocos altibajos: el divorcio de sus padres cuando apenas contaba dieciséis años; la guerra de Vietnam; las reuniones con Al Pacino para dar cuenta de sus primeros guiones; el angustiante infierno de la adicción a la cocaína; el estruendoso fracaso de su primera película; su arriesgada investigación sobre el terreno de los cárteles de la droga de Miami para El precio del poder; y las innumerables vicisitudes por las que pasó para sacar adelante Salvador, Platoon, Wall Street y muchas otras de las obras que irían configurando su ya extensa filmografía –entre las que se cuentan The Doors, JFK, Asesinos por naturaleza, Nacido el 4 de julio, Alejandro Magno, etc.–.