Sofía Federica Augusta de Anhalt- Zerbst nació en Stettin, Pomerania, en 1729. Poco sospechaban sus padres que esa niña ocuparía a la edad de treinta y seis años el trono de Rusia con el nombre de Catalina II y que la historia la recordaría como Catalina la Grande. Ya desde muy joven percibió que estaba llamada a cumplir en Rusia una misión política y social sin precedentes. Ambiciosa y dotada de una fuerte voluntad, no vaciló en abandonar su religión, apreder el ruso para sentirse más cerca de su pueblo y poner manos a la obra para imponer sus criterios. La zarina acercó Rusia al resto del mundo, enriqueció sus ideas liberales con la amistad de Voltaire, Diderto y D´Alembert, fue una mujer inteligente y lúcida, trabajadora inagotable, déspota ilustrada y, también, amante entregada. Henri Troyat, con la agilidad y maestría que le son características, plasma en esta biografía el irrefrenable ascenso al poder de una mujer de insólita y sorprendente personalidad.