Aquel fue el peor de los peregrinajes que pudo imaginar: el que le llevó desde el Madrid sitiado a tierras valencianas y catalanas; el que presenció la derrota de la República y el término de la guerra. Después llegaron el exilio, Francia y el pequeño pueblo de Collioure y, finalmente, su propia derrota frente a la vida, su torpor y su poquedad física, su infinitud poética frente al mar. Monique Alonso describe los últimos tres años del viejo Machado; y descubre al soldado Machado del que muchos se habían olvidado, ese que, casi sin fuerzas, escribió por y para las únicas causas que creyó justas: el pueblo y su libertad.