En Ganas de hablar, Eduardo Mendicutti reconstruye, por medio de apasionados soliloquios, la vida de un personaje que se reconoce en otros -mujeres, inmigrantes, gente fina venida a menos- y que reclama su derecho a recordarlo todo. Y lo hace recreando de manera prodigiosa un combativo y colorista lenguaje colonial, ya en peligro de extinción, que acaba por erigirse en el otro gran protagonista de la novela.