Es un libro, afortunadamente, corto que se lee rápido pero que me ha parecido un auténtico tostón. Son 7 locas contando sus excentricidades sin pelos en la lengua. Muy poca sutileza.
hace 7 añosSiete contra Georgia quedó finalista en el reñidísimo debate que precedió el fallo de la novena convocatoria del Premio La sonrisa vertical. Los lectores de esta colección para quienes el oído es una de sus más gratificantes fuentes de placer disfrutarán sin duda leyendo Siete contra Georgia. Leerlo es oírlo. Oír en vivo a esas siete entrañables e inolvidables «locas» contar, con toda la brillantez de su descarada e impúdica manera de hablar, sus fantasías y experiencias eróticas. Hablan sin cesar, como cotorras, comentan, critican, cuentan chismes, historias y anécdotas, pero sobre todo viven de viva voz el sexo, su sexo, a su manera, con su gente, esa gente «rara» por quien siente en el fondo sentimientos encontrados el comisario de policía, oyente privilegiado, junto al lector, de estas siete inconfesables confidencias.
Es un libro, afortunadamente, corto que se lee rápido pero que me ha parecido un auténtico tostón. Son 7 locas contando sus excentricidades sin pelos en la lengua. Muy poca sutileza.
hace 7 años