Cuando se considera el problema de la verdad, lo que de ordinario se tiene en mente son consideraciones acerca de la cocherencia lógica o acerca de la correspondencia entre los discursos y las cosas. ¿Sólo hay eso? ¿El problema de la verdad es sencillamente el de las con el de las condiciones formales o materiales de los enunciados? Michel Foucault muestra que hay algo distinto: en la raíz de nuestro cuidado por decir la verdad, encuentra una potencia ética, un empeño subjetivo, cierto coraje.