Marc Augé, reconocido antropólogo francés, acuñó el término «no-lugar» para referirse a los lugares de transitoriedad, espacios intercambiables donde el ser humano es anónimo, como los medios de transporte, las grandes cadenas hoteleras, los supermercados, e incluso los campos de refugiados. El hombre no vive ni se apropia de estos espacios con los que tiene más bien una relación de consumo. Hace más de veinte años, Marc Augé estudió el metro de París y a sus conciudadanos en El viajero subterráneo: un etnólogo en el metro. Ahora, mucho tiempo después («el mundo cambia y yo envejezco» explica el autor), insiste con Un etnólogo en el metro veinte años después para reexaminar a sus contemporáneos de hoy mientras viajan -y transbordan y piensan, leen, interactúan o ligan, se rozan con o sin permiso, o sustraen las carteras ajenas aprovechando los apretujones- en el rapidísimo tubo.