Los Angeles, 1952. El cadáver de Cathy Lake, estudiante de primaria, se descubre junto al estanque del parque, bañado en sangre. Su madre había denunciado su desaparición apenas unas horas antes. Los detectives Cohen y Pierce, responsables de la investigación, buscan al asesino entre los vagabundos que duermen en el parque y rápidamente detienen a Albert Jay Smalls. Pero después de dos semanas de interrogatorio, la policía no ha conseguido ni pruebas incriminatorias, ni testigos que relacionen a Smalls con la escena del crimen. Si no consiguen desmontar su coartada en menos de doce horas, deberán dejarle en libertad. Comienza entonces una cuenta atrás para Cohen y Pierce en busca de alguna pista que les permita retener a Smalls; unas horas decisivas en las que los dos policías deberán bucear en el pasado del detenido y en las conexiones entre todos aquellos relacionados con el caso, incluidos ellos mismos.