Con El asalto se completa la publicación de la personal y crítica pentagonía —formada, además, por Celestino antes del alba, El palacio de las blanquísimas mofetas, Otra vez el mar y El color del verano— con la que Reinaldo Arenas, alegorizando su propia historia y la de su país, quiso dejar constancia de la lucha del hombre contra todo tipo de represión. En un Estado en el que se venera y obedece ciegamente al Reprimerísimo, el protagonista-narrador, un misántropo obsesionado por encontrar a su madre a fin de aniquilarla con sus propias manos, se convierte en agente de la Contrasusurración para, con el pretexto de aplacar cualquier movimiento insurgente, poder moverse a sus anchas y llevar a cabo su venganza personal. La búsqueda de la madre deriva en un crescendo de atrocidades, que el protagonista siempre justificará ante sus superiores como necesarias para el mantenimiento del orden y la moral. La represión va haciéndose insostenible hasta que llega el día de la Gran Fiesta Patria, en que se producirá el asalto que liberará a cada uno de sus propios fantasmas. Según palabras del propio Reinaldo Arenas, «La pentagonía culmina con El asalto, suerte de árida fábula sobre el destino del género humano cuando el Estado se impone por encima de sus sueños o proyectos. El asalto es tal vez la novela más cruel y antirretórica escrita en este siglo»