Los vaqueiros de alzada se ven obligados a cambiar de residencia dos veces al año para obtener recursos que les permitan subsistir. Este modo de vida trashumante hizo que desarrollaran un modo de vida peculiar, diferente del de sus vecinos con residencia estable. Esta diferencia provocó que durante siglos los vaqueiros fueran discriminados por sus convecinos, que los consideraban una raza aparte e inferior. Jovellanos dedica a los vaqueiros de alzada una de las cartas que escribe en 1782, en las que relata su viaje a Asturias. Eran cartas concebidas para su difusión pública y para explicar a los lectores cómo era Asturias, siguiendo la tradición epistolar ilustrada que pretendía difundir el conocimiento. Jovellanos no se limita a describir lo que ve; hace una reflexión sobre las diversas teorías del origen de los vaqueiros, constatando que ninguna de ellas tiene fundamento y que están basadas en supersticiones. A la vez establece que las peculiaridades vaqueiras provienen exclusivamente de su "modo de vivir" diferente, al que se ven forzados por necesidades económicas. Con su explicación Jovellanos fundamenta una perspectiva antropológica de los vaqueiros un siglo antes de la aparición de la antropología.