¿Por qué no son del Atleti los demás? Puede que el Atlético de Madrid sea un equipo minoritario, pero no pequeño. Ni por su historia centenaria, ni por sus títulos, ni por su extraordinaria personalidad. De hecho, la irrupción del «cholismo» en las últimas temporadas ha servido de revulsivo y de estímulo para restaurar la idiosincrasia y el entusiasmo de un club maltratado vampíricamente por su clase dirigente —Jesús Gil en primer lugar— y que parecía resignado a un papel gregario y hasta victimista. Rubén Amón deshace el malentendido en un ensayo «de autor» que no elude el apasionamiento pero sí evita premeditadamente la propaganda y el arquetipo del «colchonero sufridor». Y no porque el aficionado atlético no sufra ni padezca el hábitat hostil del madridismo hegemónico, sino porque la trayectoria pendular del equipo no se explicaría sin las noches de gloria ni los trofeos, incluidos nueve campeonatos de liga, una copa Intercontinental y dos recientes victorias en la Europa League. En la devoción a Neptuno, el Atleti es una institución inestable y de vaivenes custodiada por la lealtad de la afición. Una referencia balompédica y conceptual de combate y contraataque. Un club grande que se retrata en el carisma y la revolución futbolística de Luis Aragonés como paradigma de la nada y el todo. El libro, en fin, prueba que el Atlético de Madrid, fundamentalmente, no es el Pupas.