Hay accidentes y después está Chernóbil, seguramente el mas grande de la historia. 30 años después es imposible calibrar hasta donde llega la magnitud de la catástrofe. Este libro se centra en los testigos, los que sufrieron directamente las consecuencias del accidente, es un documento de gran importancia pero también tiene valor literario. La autora ha transformado las entrevistas con los afectados en monólogos. Son voces muy diversas, algunos testimonios son muy dolorosos. Viudas desconsoladas, ancianos que viven solos en aldeas abandonadas, niños que nacen enfermos o deformes. Los liquidadores que lucharon contra los efectos del desastre, considerados héroes (y lo fueron) pero creo que no sabían del todo donde se estaban metiendo, no tenían apenas medios, ¡con vodka pretendían combatir los efectos de la radiación!, la gran mayoría enfermaron y murieron al cabo de los años. O los cazadores de mascotas, esto sí que es triste, los que tuvieron que matar a los animales contaminados. Los científicos que sí entendían la gravedad de lo que estaba pasando pero que no podían hacer nada, el secretismo del régimen soviético lo impedía. También es este un buen libro para entender mejor la mentalidad de las gentes soviéticas, su confianza ciega en el estado, su obidencia, su predisposición al sacrificio.
Hay novelas de terror y después está este libro que da miedo de verdad.
hace 8 años
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