No hay duda de que Polonia fue uno de los países que más sufrieron durante la Segunda Guerra Mundial, y no solo a manos de los nazis ya que los soviéticos también hicieron lo suyo a los polacos, pero este libro es una muestra de que la maldad no es patrimonio de una nación, raza o ideología y de que las victimas (los polacos en este caso) se pueden convertir fácilmente en verdugos de la peor clase con una maldad y sadismo difícil de asimilar por cualquier persona normal. Este estremecedor libro nos cuenta como un día de julio de 1941 recién llegados los alemanes al pueblo polaco llamado Jedwabne los vecinos "cristianos" preguntaron a los alemanes si podían matar a los judíos de su pueblo que eran más o menos la mitad de una población de 3000 habitantes. Ante el beneplácito de los alemanes los polacos se dedicaron durante un día entero a matar a golpes, lapidar, decapitar y, sobre todo, quemar vivos a 1500 de sus vecinos con los que hasta ese momento habían vivido, trabajado, comprado en sus tiendas y saludado por la calle. El autor desmenuza en una exhaustiva investigación todos los aspectos de esta abominable matanza, además de como fue más o menos silenciada y olvidada y el poco interés de las autoridades comunistas una vez acabada la guerra en hacer justicia sobre los principales culpables. Un libro duro de leer, pero necesario.
hace 2 meses