Con este nuevo tomo de Los sucesos de la noche, David B. sigue maravillándonos, en el sentido más estricto del verbo maravillar, tan propicio para la novela gráfica: mostrar una cosa admirable. El autor, que nos había invitado a su particular lectura esotérica de París a través de su tradicional entramado de librerías, continúa añadiendo leña al fuego de la autoficción, el juego con su propia vida, la Historia con mayúsculas y los vaivenes míticos propios de las historias del hampa.