En 1990, encontré a un anciano encadenado a una cama en un edificio abandonado en mitad del campo. Llevaba veinticinco años atrapado entre la vida y la muerte, alimentado con lo justo para no morir. Nadie sabía que estaba allí. Nadie preguntó por él. Nadie lo buscaba. Ahora, tras salir de prisión, necesito contar la verdad: cómo lo encontré, por qué estaba allí y, sobre todo, quién era aquel hombre.