Desde los griegos hasta nosotros, la civilización egipcia ha ejercido una fascinación permanente. De Tales se cuenta que viajó por Egipto y que de allí trajo las reglas para calcular superficies. También Pitágoras, dicen, fue a conocer el país del Nilo, y tuvo ocasión de tratar a sus sacerdotes y sus escribas. El matemático Eudoxo de Cnido pasó una temporada en Menfis y pudo aprender la matemática de los faraones. Platón dedicó algunos años de su vida a viajar, y en su periplo no pudo faltar el valle del Nilo, donde se puso al corriente de la astronomía egipcia. En varios de sus escritos dejó ver su simpatía por Egipto y sus creaciones culturales. Este aprecio fue contagiado a su discípulo Aristóteles, quien reconoce que los egipcios son los primeros descubridores en matemáticas y que a ellos se deben muchos de los conocimientos astronómicos de la humanidad. Dar una somera idea de la cultura egipcia y su matemática, tan celebrada por los griegos, es el objeto de este libro.