El 10 de noviembre de 1938 se desencadenó en Alemania un episodio coordinado de tumultuosa violencia contra los judíos. En veinticuatro horas de caos y destrucción incontrolados, fueron saqueados decenas de miles de hogares y tiendas judías. Murieron noventa y un judíos. Más de 3.000 varones judíos de edades comprendidas entre los dieciséis y los sesenta años —una cuarta parte de todos los hombres judíos que permanecían aún en Alemania— fueron detenidos y enviados a campos de concentración. El acontecimiento, que no tardó en ser conocido como la Kristallnacht, la noche de los cristales rotos, recibió amplia cobertura en la prensa internacional, que reaccionó con repugnancia ante lo que había presenciado. Martin Gilbert demuestra que la Kristallnacht fue algo más que una vergonzante serie de actos gratuitos de destrucción y ultraje perpetrados contra los judíos alemanes. Fue un punto de inflexión que marcó el alejamiento de Alemania de todo estándar europeo de un comportamiento aceptable.