En 1929 Virginia Woolf publicaba un trabajo de título deliberadamente ambiguo: Women and Fiction. En él expresaba una idea colectiva, un dilema clásico: ¿qué es más importante, la mujer que escribe o lo que se escribe sobre las mujeres? Esta pregunta se podría reconducir a la pintura, ya que, dentro de la tradición occidental, la mujer es, supuestamente, más pintada que pintora. Observamos que la teoría feminista puede ofrecer alternativas interesantes. Aporta nuevas visiones a la historia del arte y enseña a ver, esencialmente, lo que no se ve, porque a la hora de estudiar a las pintoras resultan decisivas la educación y las expectativas del entorno. Por eso parecía necesario recuperar a esa mujer del siglo XIX en todas sus facetas en un esfuerzo por encontrar lo borrado, lo oculto, los testimonios escamoteados a la Historia: recuperar, pues, las historias y las ausencias.