Susana Rizo trabaja en la red de bibliotecas públicas de Barcelona desde hace más de veinte años, y forma parte del equipo de colaboradores de la publicación literaria ZendaLibros. Ha ganado y ha sido finalista en diversos concursos de literatura, obteniendo con su primera novela el Premio FeelGood de la Obra Social La Caixa en 2018.
La memoria del hielo se aleja de la sintonía vibrante de esa primera novela para relatarnos una historia llena de melancolía y decadencia, pero también de esperanza y segundas oportunidades.
Con una narración exquisita, pulcra y concisa, Susana nos introduce en la vida de dos personajes, Elena y Serguèi, quienes se encuentran atrapados en una realidad paralela y destructora de la que necesitarán del otro para sobrevivir y sanar.
Ambientada en Siberia, la historia nos introduce en una atmósfera asfixiante y hostil, la cual no solo rodea a sus protagonistas, sino que traspasa las propias páginas provocando en el lector un vacío y frialdad en extremo. La manera en que se describen las calles, el entorno y la poca familiaridad existente en las relaciones, consiguen que las emociones se intensifiquen de una manera extraordinaria.
Son muchas las temáticas que se tratan en esta profunda historia de amistad, superación y pequeñas dosis de realismo mágico. El alcoholismo, la pérdida, los conflictos familiares, la autodestrucción, la dureza de la guerra o el poder de la memoria son algunas de las que se ven plasmadas en sus protagonistas y que invitan a la reflexión personal.
A pesar de que la trama tiene relación con los gulags y la supervivencia de prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial, la autora no versa su historia en torno a ello, sino que lo utiliza como reclamo para poder dirigir a su protagonista masculino por un sendero paralelo al de la protagonista femenina unos años más tarde.
Tanto los principales como el resto de personajes que intervienen en la trama son profundos y llenos de matices. Cada uno tiene su circunstancia y su forma de proceder sobre ello, lo que le ofrece un amplio abanico de personalidades y caracteres. Del mismo modo, entre los protagonistas se crea un antagonismo espiritual, pues mientras Serguéi es luz y busca cerrar heridas, Elena es oscuridad y ni se plantea salir del pozo en el que se encuentra sumergida. Ambos crean un equilibrio perfecto del que se nutrirán mutuamente.
Indudablemente se trata de una historia enfocada en Serguèi y Elena, sus vivencias pasadas y los motivos que los llevan hasta el punto en donde se encuentran, lo que se traduce por un ritmo lento y pausado, sin embargo, este detalle no debe ir necesariamente ligado al aburrimiento o a la pesadez, sino que permite disfrutar de la lectura ahondando en la psique de sus protagonistas y dejándose llevar tanto por la magia impregnada en sus relatos, como por el devenir de su futuro.
Si bien es cierto que la trama parece ir dirigida hacia un enclave desde el principio, la autora sorprende con numerosos giros inesperados y una gran lección final llevado por un hálito esperanzador. (Marisa Costa, 18 de mayo de 2023)