En esta obra el autor nos explica sus conocimientos sobre investigación criminal y ciencia forense. Narra de forma amena e interesante cómo se logra descifrar crímenes y dar con el asesino y, para ello, nos enumera las técnicas usadas por la policía científica a la vez que nos explica los errores comunes que se cometen en las series criminales de ficción que están proliferando con éxito en la actualidad. Además, el autor añade casos reales de asesinos en serie. Hace un repaso detallado y en profundidad de las diferentes disciplinas forenses que ayudan en la resolución de casos y procesos cruciales para determinar la hora y el lugar del crimen.
No recomiendo el libro a personas desconocedoras disciplinas científicas por el grado de dificultad y nivel de lenguaje técnico usado en las explicaciones en gran parte del libro. El autor entra en detalle en técnicas y nombres usados en genética o química se forma que no es comprensible para personas sin conocimientos en temas científicos.
No se trata de una obra psicológica que narra perfiles de asesinos conocidos, sino que se centra en aspectos científicos.
El lado positivo, aunque no apropiado para personas sensibles, son los pasajes interesantes acerca de las diferentes etapas de descomposición del cuerpo que dan información sobre la hora del fallecimiento debido al conocimiento sobre lo que ocurre en el cuerpo las siguientes horas tras la muerte como el cambio constante de temperatura que se reduce un grado por hora, y etapas como el rigor mortis, livor mortis y la deshidratación y la escala de tiempo en la que sucede cada una darán al médico forense una información muy valiosa. Otras disciplinas como la zoología forense con la secuencia de insectos que van apareciendo en un cuerpo o el estudio de las plantas y el polen que permiten saber dónde y cuándo estuvo el criminal. Además, explica qué materiales son usados en las escenas del crimen, qué analizar y en qué orden. Destaco las aportaciones culturales como las aportaciones egipcias al campo de la química. O curiosidades como cuando el autor estuvo personalmente en una sala de autopsias y narra el proceso que se sigue.
Otro aspecto a destacar es la historia y las aplicaciones de la ciencia forense entremezcladas con casos reales como Jack el destripador o Mengele y películas y series de ficción y la relación entre crímenes reales y los de la ficción. Así mismo, las curiosidades y datos que el autor aporta son interesantes y amenos, como el hecho de que algunos escritores ya hablaran en sus libros de pruebas que incriminan al delincuente años antes de que estas pruebas se usaran en juicios como, por ejemplo, Mark Twain y las huellas dactilares o Ágatha Christie y los restos de pólvora en las manos que implican haber usado un arma. El autor considera que la historia forense no se entiende del todo sin la historia de la novela policíaca.
En muchos capítulos el autor hace uso del humor, especialmente en la parte final cuando trata las pseudociencias desde la hipnosis hasta el polígrafo o el detector de voz y la grafología.
En conclusión, es un libro recomendable especialmente para personas versadas en ciencias debido a las numerosas técnicas descritas y sus usos, explicaciones de genética, biología y química con un lenguaje complejo que ralentiza la lectura y dificulta la comprensión del libro. Por otra parte, los lectores menos científicos pueden puede disfrutar de otros muchos apartados por los datos culturales descritos de forma más amena y comprensible e información interesante sobre películas o series, o curiosidades sobre asesinos en serie reales. (Noemí Hernández, 22 de enero de 2024)
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