En un entorno rural, sin ninguna de las prestaciones urbanas y tecnológicas de las que disponen los niños de hoy en día, Guillermo nunca se aburre, siempre inventa algo nuevo para hacer. La imaginación desbordante es uno de sus grandes dones. Es un niño activo e inquieto, que nunca se siente tan feliz como cuando trastoca por completo su propia identidad: pirata, bandido, piel roja, contrabandista, salteador de caminos, explorador, maquinista, deshollinador, buscador de tesoros escondidos, gitano, náufrago. Encuentra con facilidad aventuras y pone emoción en ellas. Se compromete en todo lo que hace y disfruta como pocas personas saben hacerlo en esta vida.