La genetista Belgin Doruk vuela de regreso a su Estambul natal después de varios años en Nueva York. Durante las más de diez horas de trayecto, azarada por sus dudas, no ha dejado de pensar en el paso que está dando, en lo que significa regresar a Turquía, sobre todo, porque lo hace por amor. Su novio, el escultor Ayhan Al Adana, la espera ilusionado y asustado a la vez, mientras mata el tiempo y los nervios conversando con el camarero del bar del aeropuerto. Justo cuando el vuelo de Belgin ha aterrizado, se anuncia que un fallo informático ha paralizado el sistema y el aeropuerto se convierte en un caos. Nadie puede ni entrar ni salir de la gran mole, hay vuelos pendientes de aterrizar y aunque nadie sabe exactamente lo que pasa todo apunta a un atentado terrorista… Pero hay más gente en el aeropuerto, otros personajes cuyas vidas se entrecruzarán no en vano en medio de esta incertidumbre, como pinceladas en el policromático mosaico humano que es esta capital, bisagra entre Oriente y Occidente, con toda su complejidad, todas sus contradicciones y también con todo su encanto. Incluso la misma ciudad de Estambul será un personaje que nos hablará sobre sus gentes.