Paseos por el Museo del Prado. Por sus clásicos y sus olvidados. Por su historia, sus historias y sus recovecos. Siguiendo la estela del clásico Tres horas en el Museo del Prado de Eugenio d’Ors, Estrella de Diego nos propone un nuevo recorrido con una mirada del siglo XXI. Y así asoman por estas páginas imprescindibles como Las meninas de Velázquez leídas a la luz del Pierre Menard de Borges, o las obras de Goya; también cuadros históricos que hoy vemos con otros ojos e interpretamos con otra perspectiva, como Las hijas del Cid de Teófilo de la Puebla o Juana la Loca de Pradilla, o la escultura del Hermafrodito; y lienzos olvidados como los de Clara Peeters o el espléndido retrato de un león africano titulado El Cid de Rosa Bonheur, que durante demasiado tiempo estuvo guardado en los sótanos, acaso porque su autora era mujer y lesbiana, y si hoy hay que reivindicarla es sobre todo como una gran pintora a secas. El Prado inadvertido se mueve entre el ensayo y la memoria personal y es un homenaje a un museo que ha acompañado a la autora a lo largo de toda su vida. Un museo cargado de pasado y de futuro; un espacio vivo, que se va transformando a través de las miradas de las sucesivas épocas. Porque, como dice Estrella de Diego: «Los museos, como las palabras y las historias y las imágenes, van cambiando a cada paso; llenándose de narrativas diferentes y nuevas, las que exigen los cambios en el gusto, las que persiguen las transformaciones en el concepto de calidad; las que se construyen, aun sin saberlo, desde las leyes del extranjero: traer y llevar las preguntas. Es cuestión de sacar lo olvidado a la luz –aunque lo olvidado sea diferente en cada momento histórico– y rescatar lo excluido teniendo clara una cosa: por mucho que tratemos de recuperar lo excluido, siempre quedará algo fuera, alguien fuera.»