A comienzos del siglo XVII aparecieron en Alemania unos manifiestos que, bajo el sello de la "Rosacruz", anunciaban el amanecer de una nueva era de conocimiento y dominio sobre la Naturaleza. Detrás de esas publicaciones había un movimiento religioso e intelectual, que con las palabras "magia", "cábala" y "alquimia" como marchamo bebía en las fuentes de la tradición hermética y mágica del Renacimiento, la cábala judía y la renovación aportada por Paracelso a la alquimia. Esas corrientes esotéricas favorecieron el desarrollo de la química y las matemáticas, a las que prestaron una atmósfera empapada de religiosidad y misticismo. En este ensayo descubrimos la relación de la elusiva "hermandad" Rosacruz con el inicio de la guerra de los Treinta Años y con la formación de figuras como Descartes, Bacon, Kepler, Leibniz y Newton, que reciben una nueva luz, gracias a este libro, que les hace parecer menos "modernos", menos conformes con el tipo del intelectual y el científico al uso.