La humanidad se ha ido domesticando para adaptarse a las exigencias de la agricultura, las ciudades, los smartphones. Puede entenderse como una evolución pero ha tenido una consecuencia severa que ha calado hondo: la alienación de las personas. No es una novedad, lleva en marcha 9.000 años pero, incluso cuando se constata que vivimos en una realidad que no hace feliz a casi nadie, pocos se han atrevido a diagnosticar las raíces del problema y a asumir las consecuencias. Precisamente eso es lo que logra, de una forma tan contundente que resulta abrumadora, John Zerzan, uno de los principales pensadores de la crítica radical.