Siguiendo la pista de una misteriosa lata de cangrejo, Tintín acaba prisionero en un barco de una banda de traficantes de opio. Allí encuentra al malvado Allan y por primera vez al capitán Haddock, entonces un patético esclavo de su adicción al alcohol, vicio que le acarrea innumerables problemas a él y a Tintín que intenta ayudarle. La rehabilitación del capitán vendrá tras su forzada desintoxicación en su travesía del desierto.