Ricardo Lobato compone en estas páginas imágenes extraídas en los yacimientos de la geología, la geografía y la geometría, del mundo natural y del fabricado con las manos, incluido el propio lenguaje, de cuentos y creencias ancestrales. Son metáforas sugerentes, pero dependen de lo que se quiere decir y resolver, que no es otra cosa que la paradoja de la poesía vitalista: si no hay más que el presente, para qué escribir. Rastreen las rayas, marcas, signos, señales, cruces y muescas (la propia poesía) que va dejando el poeta. Asómbrense de un registro simultáneamente ceremonial e íntimo. Pásmense al encontrar la segunda prosa, porque alumbra, precisamente al cuestionarlo, todo el cancionero.