"Empecé a escribir para defenderme de la realidad" dice el personaje principal de este libro magnífico, humano, de amores despojados de convencionalismos aletargadores, lleno de ternura y sabiduría, donde la literatura adquiere una expresión vital, viniendo a imponer una descomunal y esperanzadora fuerza allí donde, tal vez, hayan fracasado la política, la religión, la metafísica. Es una novela. Es una gran novela. Pero también es una reflexión en voz alta de una mente preclara, de una cultura siempre sospechada y ahora confirmada, de este autor injustamente relegado en ese mundo literario que no siempre abre las puertas a quienes también lo merecen, desterrando a un plano marginal a grandes talentos y creo muy sinceramente que Emilio Porta es uno de esos hijos pródigos en clarividencias y talento de literato, digno de que las puertas de este difícil mundo de los libros le sean abiertas de par en par. Magnífico sabor de boca me ha dejado este libro que he leído en una nefasta jornada laboral. Tal vez haya valido la pena el trabajo escaso del día.
hace 10 años