Baudelaire no ignoraba la potencia de las imágenes y, como Raffaello, dedicó su vida entera a fabricarlas, a veces con palabras, a veces con pinceles y colores. Muy pronto, al menos desde 1846, sus amigos se dedicaron a coleccionarlas. A la muerte del poeta, Poulet-Malassis, su editor, recogió en un cuaderno todos los dibujos en los que Baudelaire se retrató a sí mismo. Ese cuaderno, después de años y de complejos azares, llegó a las manos de Gaston Gallimard, quien publicó en marzo de 1927 algunos de esos dibujos bajo la forma de un lujoso álbum de trescientos ejemplares. Armand Godoy, poeta cubano, compró a amigos y curiosos todos los dibujos de Baudelaire; pero, después de una subasta pública realizada en 1988 en el Hôtel Drout, la colección fue destruida.Desde entonces todos los dibujos están dispersos. De algunos se ha perdido todo rastro. Esta edición recoge la totalidad de los dibujos de Baudelaire, tanto los que publicó Gallimard, como los de la dispersa colección de Godoy.