Después de haber alabado la alta espiritualidad de la poesía de fray Luis de León, pasa Menéndez Pelayo a hablar de la de San Juan de la Cruz. He aquí sus palabras: "Pero aún hay una poesía más angélica, celestial y divina, que ya no parece de este mundo, ni es posible medirla con criterios literarios, y eso que es más ardiente de pasión que ninguna poesía profana, y tan elegante y exquisita en la forma, y tan plástica y figurativa como los más valiosos frutos del Renacimiento, son las "Canciones espirituales" de San Juan de la Cruz... Confieso que me infunden religioso terror al tocarlas. Por allí ha pasado el espíritu de Dios, hermoseándolo y santificándolo todo... Juzgar tales arrobamientos, no ya con el criterio retórico y mezquino de los rebuscadores de ápices, sino con la admiración respetuosa con que juzgamos una oda de Píndaro o de Horacio, parece irreverencia y profanación".(Dámaso Alonso, "La poesía de San Juan de la Cruz-desde esta ladera-").