Socialismo y totalitarismo, según Hayek (Premio Nobel de Economía en 1974), son esencialmente lo mismo, dos retoños del colectivismo, y éste, a su vez, un modelo de organización incompatible con la libertad humana. Tal es la tesis fundamental de Camino de servidumbre (1944), obra con la que Hayek pretendía cambiar el panorama de las ideas en el momento en que la escribió. Publicado en Londres en 1944, el libro no se entendería fuera del contexto en que fue escrito: la crisis del liberalismo. A final de la I Guerra Mundial los bolcheviques habían tomado el poder en Rusia; diez años después, en 1929, la economía occidental se desplomó; en 1933 los nazis habían ganado unas elecciones democráticas en Alemania, y en 1939 la guerra se extendió por Europa. De la mano del keynesianismo y de las necesidades derivadas de la guerra, las economías europeas estaban siendo progresivamente dirigidas por el Estado hacia el esfuerzo bélico, y lo cierto es que el modelo estaba teniendo éxito. El ensayo de Hayek se enmarca, por lo tanto, en el temor de que los éxitos que estaba generando la planificación de la economía intervenida de guerra hiciesen que ésta se prolongase más allá del fin del conflicto bélico. Ésta es la tesis principal: la planificación económica conduce necesariamente hacia el totalitarismo y a la pérdida de las libertades individuales. Para Hayek toda planificación económica, por leve que sea, se basa en la creación de un supuesto bien común o nacional que se constituye en objetivo general.